#ElPerúQueQueremos

El borde del abismo

Publicado: 2008-10-04

Nuestro museo se ha cuidado muy bien de no estar al borde del abismo (de hecho, hemos querido estar siempre seguros de estar en terreno sólido) pero reconocemos el gran interés de nuestros visitantes por esta particular expresión geográfica.El abismo más terrible de todos, por supuesto, es el infierno, como lo reconoce la Real Academia Española; pero la primera definición de abismo es la de una imponente y peligrosa profundidad que activa nuestro miedo mortal a caer y quedar para siempre atrapados. El abismo evoca siempre una irrevocable catástrofe, como ocurre con el abismo que nos separa o con el abismo de la desesperación. La ignorancia y la pobreza son abismales. El conocimiento y la riqueza nunca lo son y –por el contrario- evocan cimas, cumbres, picos.En malos tiempos, tendemos a evocar el borde del abismo. No –entiéndase- en las peores épocas, sino en aquellas en las que pensamos que aún tenemos esperanza, si sólo tomamos la decisión correcta y –siempre geográficos- cambiamos de rumbo.La crisis financiera mundial iniciada por la especulación inmobiliaria en los Estados Unidos convirtió de pronto a economistas y políticos de todo el mundo, y todos los idiomas, en expertos geógrafos. El borde del abismo es una metáfora que –¿hay acaso otra forma de decirlo?- no conoce fronteras.Así, el economista estadounidense Paul Krugman titula uno de sus ensayos sobre la crisis “El borde del abismo”, y el ministro francés François Fillon explicó así la necesidad de una cumbre europea reunida para confrontar la crisis:“Quién puede dudar que esta reunión sea necesariacuando el mundo está al borde del abismopor culpa de un sistema que se ha hecho irresponsable?”El periodista colombiano Guillermo Maya ha utilizado la misma imagen para el mismo fenómeno en un artículo publicado por “El Mundo” de Medellín, pero a diferencia del tímido ministro francés, le pone nombre al “sistema irresponsable” que nos ha llevado al infame borde. Y al nombrar al capitalismo con todas sus letras, Maya hace verso sin esfuerzo titulando su artículo “El capitalismo a borde del abismo”.La metáfora abismal es traicionera para los políticos. En efecto, el repertorio retórico de los líderes tiende a estar repleto de tropos optimistas, de pasos, saltos o caminos hacia delante y –claro- uno se arriesga a una catástrofe retórica cuando utiliza el borde del abismo inmediatamente antes de llamar al oyente a avanzar, como le ocurrió al dictador chileno Augusto Pinochet quien dijo alguna vez, famosamente:“Ayer estábamos al borde del abismo,hoy hemos dado un paso hacia adelante."Lo que se impone cuando uno está al borde del abismo no es avanzar sino, por el contrario, retroceder. Pero ¿qué político que se respete propone retrocesos?En fin, suele ocurrir que luego de llegar al borde del abismo e incluso luego de mirar el fondo de tan horrible sima, caemos de todos modos. Si así ocurre estaremos, qué duda cabe, en el fondo del abismo moral, político, económico o emocional. El periodista Salim Lamrani, del periódico en línea “Rebelión” considera que, debido a su creciente hostilidad ante el régimen cubano…“…la Unión Europea ha llegado al fondo del abismo político,estratégico y sobre todo moral.”Parece, afortunadamente, que el abismo de la metáfora nunca es tan definitivo como el infierno eterno que pretende evocar. Incluso en medio del atroz enfrentamiento militar entre Israel y Hizbulá en el sur del Líbano en el 2006, la entidad Crisis Group tituló su reporte sobre la guerra “Israel, Palestina, Líbano: saliendo del abismo”. Los grupos de autoayuda y escritores de este género utilizan la metáfora con profusión.¿Cómo se sale del abismo? Despacio, con paciencia, con esfuerzo, con ayuda. Actuando, seguramente, sin la precipitación (nunca mejor dicho) que nos llevó a despeñarnos. El museo hubiera querido poner una reja de seguridad en esta parte de la exhibición, pero en ese caso, el abismo no hubiera sido tal.


Escrito por

Eduardo Gonzalez

Descendiente del gitano Melquíades. Vendo imanes. Opino por mi y a veces por mi gato.


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El museo de los objetos fantasticos

Un blog de Eduardo González