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La gota que rebalsó el vaso

Publicado: 2012-05-30

“No pues, Eduardo: esta es la gota que rebalsó el vaso” suspiró mi pobre editora en el teléfono. Y tenía razón, la pobre: la verdad es que cada columna del “Museo de los objetos fantásticos” es un verdadero parto de los montes, que se produce a paso de tortuga y le saca canas verdes a la buena gente de Soho.

En el Museo, dedicamos una exposición especial a la gota que rebalsó el vaso. Ahí la puede ver el visitante, en su eterna caída, en forma de lágrima, a punto de rebalsar el inocente vaso, lleno hasta el borde. Es curioso que un pequeño accidente doméstico –un poco de agua derramada- haya venido a simbolizar cosas muy graves, como un columnista que retrasa toda la edición.

Hace algunos años, Argentina y Uruguay tuvieron un fuerte choque diplomático y comercial, que llevó al entonces canciller argentino Jorge Taiana, a quejarse amargamente: “…estos desarrollos conformaron la gota que rebalsó el vaso de nuestra buena fe, si se me permite usar la metáfora. Un vaso lleno con más de dos años de frustraciones.” Permitidísimo, señor canciller.

Es un excelente uso, porque el canciller quiere decir que están hartos de la disputa, y que su buena fe, representada por un vaso, tiene un cierto límite de capacidad (como la paciencia de mi editora); pero el permanente goteo de desacuerdos ha pasado el límite.

En España no dicen “rebalsó”, sino “colmó”. Así, comentando que Europa quiere imponerle a Grecia una especie de “tutor” externo para vigilar su presupuesto, el diario español “El Mundo” comenta “Para los griegos el hecho de que se esté pensando imponerles un 'tutor' ha sido la gota que colma el vaso”. En otras palabras, el ninguneo de los banqueros alemanes les ha colmado la paciencia a los griegos: arde Troya, nunca mejor dicho.

En inglés no existe nuestra famosa gota, sino “la paja que quebró el lomo del camello” (“The straw that broke the camel’s back”); que es una especie de metáfora beduina: tenemos que imaginar a un pobre camello cargado hasta el límite de sus fuerzas, y su dueño le pone una pajita más y lo mata. De hecho, en inglés se dice “this is the last straw”). Qué suerte que mi editora no sea gringa, porque, entonces, me hubiera dicho “No, pues, Eduardo: esta es la última paja.”

Pero no nos vayamos por las ramas y volvamos a la gota en cuestión: ¿de dónde puede haber surgido la idea de que la paciencia es un vaso que se derrama?  Total, en estos tiempos modernos los economistas hablan del goteo (o “chorreo”) como algo beneficioso. Una posible raíz es la Biblia: en el Apocalipsis, los ángeles destructores derraman sus copas sobre el mundo, desatando enfermedad, guerra y catástrofes varias porque –como es obvio- la paciencia divina llegó a su límite. Muchas cosas que se derraman son terribles: la leche derramada, la sangre derramada, el petróleo… cosas que no caben en el vaso de nuestra paciencia, ni en el limitado espacio de nuestra columna, que llega sí a su punto final.

Fuentes: Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina, 27 de Julio de 2006. Diario “El Mundo”, 29 de enero de 2012. La Biblia, Apocalipsis, 16.

Publicado en revista SoHo Perú, mayo de 2012

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Escrito por

Eduardo Gonzalez

Descendiente del gitano Melquíades. Vendo imanes. Opino por mi y a veces por mi gato.


Publicado en

El museo de los objetos fantasticos

Un blog de Eduardo González